¿CÓMO COMUNICARNOS EN FAMILIA?
Por: Deanna Rejón Gossmann, psicóloga infantil y terapeuta familiar, integrante de psii.
La comunicación no es sólo un intercambio de palabras, sino un acto de confianza y comprensión. Se logra si escuchamos con atención e interés, y si hablamos con claridad y franqueza, exponiendo nuestras opiniones; pero también al estar dispuestos a aceptar puntos de vista diferentes a los nuestros.
El elemento clave de una buena comunicación es el respeto, entendiendo que, tanto padres como hijos, puedan expresar ideas y sentimientos sin temor a ser juzgados o rechazados.
La principal barrera en la comunicación es la tendencia a evaluar, aprobar o reprobar las afirmaciones de los demás. Por ello es muy importante observar cómo nos comunicamos.
FORMAS DE COMUNICACIÓN
- De manera AGRESIVA, esto es, con gritos, descalificaciones, palabras hirientes, etc., lo cual sólo genera hostilidad y resentimiento, pudiendo causar daños físicos y psicológicos.
- De manera PASIVA. Se evita intervenir en cuestiones conflictivas, con el fin de evitar roces o problemas, al decir “como tú quieras”, “me da igual”, etc. Es una manera de ignorar y de ser distantes, a través de la cual estamos negando el apoyo o la enseñanza que el otro requiere de nosotros, en este caso, nuestros hijos.
- En cambio, de manera AFIRMATIVA, respetamos y nos damos a respetar. Exponemos clara y tranquilamente nuestros principios, ideas y sentimientos, pero también consideramos las necesidades de nuestros hijos. Esto permite compartir con ellos los asuntos que les afectan, explicarles un hecho o decisión que se ha tomado en la familia e incluirlos en la dinámica familiar. Para lograr una relación sana y satisfactoria entre todos, debemos promover este estilo de comunicación.
Tan importante es saber escuchar a nuestros hijos, como lo es aprender a dirigirnos a ellos, sabiendo identificar el tipo de mensajes que les estamos enviando. Por ejemplo, si les hablamos sólo para darles órdenes o regañarlos, no les estamos comunicando nuestras ideas, sentimientos o necesidades; sólo estamos hablando de sus conductas, pero no nos estamos comunicando realmente con ellos.
Asimismo, al comunicarnos, debemos estar conscientes de lo que queremos transmitir y lo que deseamos obtener. Por ejemplo, si estamos hablando por teléfono, lo que necesitamos es silencio para poder escuchar, no que el niño esté quieto; si vamos a tener visitas, queremos que la casa esté ordenada y limpia, pero no que nuestro hijo deje de jugar. En tales casos, el objetivo de nuestro mensaje sería la comprensión y colaboración de nuestro hijo, para lo cual es necesario expresarle con claridad lo que esperamos de él. Tanto niños como adolescentes, entienden y colaboran mejor, cuando nos comunicamos con ellos de una manera eficaz, específica y concreta.
Por lo tanto, es importante incluir tres aspectos en la comunicación:
- Describir la conducta del hijo, por ejemplo: ”Cuando dejas tus juguetes/tus cosas regadas por toda la casa…”
- Expresar nuestros sentimientos respecto a su conducta: ”…me siento muy incómoda / me molesta…”
- Establecer el efecto de su conducta: “…porque es importante para todos vivir en una casa limpia y ordenada”. La palabra “porque” es importante, ya que le permite al niño o adolescente entender la razón de aquello que le solicitamos, haciendo más probable que atienda sin oponer resistencia o generar conflictos.
La comunicación funcionará mejor en la medida en que aprendamos a escuchar a nuestros hijos y la efectividad del mensaje dependerá de la calidad de nuestra relación con ellos. Usar mensajes claros y respetuosos, no sólo mejora su conducta, también nos transforma como padres y enriquece los vínculos entre todos los miembros de la familia.
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