cómo ayudar a tu hijo a enfrentar los cambios


Por: Alexandra Styger.- Psicóloga Infantil.

 

Los papás de Pablo (de 4 años), están muy contentos porque pronto estrenarán su nueva casa en otro vecindario más bonito y no pueden entender por qué Pablo está tan enojado, rebelde y aprensivo; hasta ha dejado de comer y en las noches despierta llorando. Sus papás piensan que debería estar muy feliz, ya que ellos se sienten muy contentos con el cambio, y no entienden su reacción…

¿Sabías que un cambio para un niño es como vivir un duelo y que es importante apoyarlo en esos momentos?

-En este artículo no nos referiremos al duelo por fallecimiento, ya que este tema amerita un artículo independiente que se publicará más adelante-.

El duelo es la actividad y actitud del niño ante la reacción emocional, espontánea y natural del sufrimiento producido por algunos cambios o situaciones.

En todos los casos de duelo, ya sean separaciones, divorcios, pérdidas, cambio de cuarto, cambio de casa, días más largos en la escuela, llegada de un hermano o hermana, es importante siempre explicar al niño la verdad lo más pronto posible. Esperar a que «sea más grande” o a que «pueda entender” no sirve y sólo lo afectará, pues los niños se impregnan de todo lo que pasa a su alrededor, aún de lo no verbal. Es mejor explicarles qué pasa para que no se angustien ni generen sus propias fantasías.

La intensidad de los sentimientos se produce por:

  • La ansiedad de la separación (qué tánto le cuesta al niño separarse de las cosas o qué tan difíciles son para él los cambios en general).
  • La preparación que se dio al niño sobre el cambio (le avisaron de ultimo momento o anticiparon con él este cambio).
  • La calidad de la relación existente con la persona involucrada (en caso de un divorcio o separación).
  • La fuerza del «apego»: dependencia o independencia que se ha generado con una persona, amigos, maestra, etc.

El duelo es una experiencia global. Puede afectar en función de la intensidad en diferentes dimensiones:

  • Física
  • Emocional
  • Intelectual
  • Social

Acompañar a un niño en duelo significa, ante todo, NO APARTARLE de la realidad que se está viviendo, con el pretexto de ahorrarle sufrimiento. Incluso los niños más pequeños son sensibles a la reacción y el llanto de los adultos, a los cambios en la rutina de la casa, es decir, se dan cuenta de que algo pasa y les afecta. Sin embargo, es importante acompañar y ayudar al niño a comprender esta pérdida (o cambio), de una manera que no signifique un trauma que dure toda su vida.

El proceso de duelo tiene varias etapas:

  • Schock
  • Negación
  • Ira o cólera
  • Culpa
  • Tristeza o depresión
  • Aceptación

Cada etapa se aborda de manera muy singular en cada caso y cada niño elabora el duelo en función de su etapa de madurez. Es importante resaltar que esas etapas de duelo se encuentran también en el adulto, sin embargo, el niño lo procesa con un ritmo distinto.

 

MANIFESTACIONES DEL PROCESO POR EDAD: 

Hasta 2 años: Angustia y estrés general; el niño reacciona sobre todo a la angustia de la madre.

De 2 a  5 años: Confusión; aparentan que no les afecta y hacen preguntas repetidas de lo mismo. No se comprende el cambio como algo permanente y puede culpabilizarse pensando que él fue quien lo provocó (por ejemplo, porque no se portó bien).

De 5 a 8 años: Niega el cambio y actúa con cólera; tiene pensamientos mágicos (cree que puede revertir las cosas o cambiar la situación).

De 8 a 12 años: Shock, negación y estrés. Comprende lo irrevocable de la pérdida y puede presentar comportamiento fóbico.

 

Algunas respuestas habituales en los niños ante el cambio

Es importante estar atentos a la aparición de algunos signos de alerta en esos diferentes tipos de duelo:

Perplejidad o negación:

Parecen totalmente confusos sobre lo que ha ocurrido o se niegan a creerlo. Es posible que pregunten de manera reiterada lo que ya se les explicó, por ejemplo: «Dónde está papá?» en caso de papás divorciados. A veces los niños siguen hablando de las cosas como si no hubieran cambiado: ”Salimos con papá y mamá a comer un helado”.

Regresión y comportamiento infantil:

Hablan como niño chiquitos, se hacen pipí en la cama, piden biberón, se chupan el dedo, quieren se cargados en los brazos, etc.

Ambivalencia: 

A algunos niños parece no afectarles en absoluto y responden, ante la situación, con preguntas o afirmaciones inadecuadas. Aunque sea una reacción desconcertante, es bastante común. Significa que no ha aceptado o afrontado el hecho, aunque comprende lo que ha sucedido.

Lo más habitual es que los niños elaboren el duelo alternando fases de preguntas y expresiones emocionales, con intervalos en los que no mencionan para nada el problema. Un niño puede preguntar: “¿Verdad que mañana voy a volver a ver a Karina?“ (pregunta Juan acerca de su nana que se fue después de 5 años de estar con él). Los papás pueden contestar: “Karina te quería mucho y estará en tu corazón para siempre, pero ahora no creo que la volvemos a ver, porque ella se fue lejos para estar con sus hijos”.

Sentimientos de rabia y enfado:

Pueden expresarse de muchas maneras: Irritabilidad, pesadillas, juegos ruidosos, travesuras. Es frecuente que dirijan el enfado hacia un familiar cercano. Es necesario permitirles que saquen la rabia -por ejemplo- gritando, corriendo, saltando o golpeando un cojín o almohada.

Expresión de  tristeza  a través de los juegos:

Con sus compañeros y amigos pueden jugar la situación difícil que viven.  Todos estos comportamientos son completamente normales y tienen que ser respetados como algo necesario, para que el niño realice de forma adecuada el duelo.

Comprobación de la realidad:

Al principio es posible que parezca que saben y aceptan lo que ha ocurrido; sin embargo, después de varias semanas o meses, pueden preguntar cuándo volverá la persona que se fue e incluso buscarla por la casa.

 

Algunos cambios comunes que deben enfrentar los niños son:

LA SEPARACIÓN O DIVORCIO DE SUS PADRES

Es importante explicar al niño que: “Papá y mamá ya no van a vivir juntos porque ya no se llevan bien. A veces los adultos tienen problemas, pero te queremos mucho a ti, siempre seguiremos siendo tus papás y estaremos aquí cuando nos necesites” (a este tema será dedicado un artículo completo próximamente).

COMENZAR A DORMIR EN SU CUARTO

En todos los cambios y etapas es importante que el niño sienta a sus papás seguros, tranquilos y firmes. Los papás, así como los niños, deben tener claro que crecer implica cambiar y a veces dejar algunas cosas para ganar madurez.

En algunas ocasiones, les cuesta más trabajo a los padres enfrentar los cambios, que a los niños mismos. Cambiar de cuarto se puede volver una gran aventura hacia la independencia y no una angustia de separación.
Pueden explicar a sus hijos: “Hasta ahora dormías con mamá y papá, pero ya eres grande y tienes un lindo cuarto que te espera, donde podrás poner todos tus juguetes y tus cosas. Si te pasa algo, puedes llamarnos y vendremos a verte, pero los niños grandes deben dormir en su propio cuarto, y mamá y papá en el suyo”.

PRIMEROS MOMENTOS EN LA GUARDERÍA O ESCUELA

Muchos padres se angustian o se sienten culpables de no estar con sus hijos todo el tiempo; sin embargo, es importante que el niño no viva esta separación como un peligro y como algo angustiante. Que vea a sus papás tranquilos y seguros de que éste en un lugar adecuado para él, sobre todo en los primeros días en que lo dejan en su nueva escuela.

Es importante anticipar con el niño lo que va a pasar en su primer día de escuela, así como explicarle en qué momento van a ir por él (“te veo después de tu clase de natación») y que le comenten las cosas positivas que puede vivir en este lugar:“¿Te acuerdas que vas a ir a la escuela de tus primos?, ¡qué padre!. Vas a poder jugar con ellos y tendrás muchas cosas para contarme más tarde”.

 

Otras manifestaciones y señales de alerta frecuentes  en niños de 2 a 15 años son:

  • Llanto excesivo durante periodos prolongados.
  • Rabietas frecuentes y prolongadas.
  • Apatía e insensibilidad.
  • Un periodo prolongado durante el cual el niño pierde interéspor los amigos y/o por las actividades que solían gustarle.
  • Frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
  • Pérdida de apetito y de peso.
  • Miedo a quedarse solo.
  • Frecuentes dolores de cabeza o de estómago, solos o acompañados de otras dolencias físicas.
  • Cambios importantes en el rendimiento escolar o negativa a ir a la escuela.

¿Qué hacer? Mantenerse física y emocionalmente cerca del niño:

Es importante que los papás no muestren su angustia o estrés ante un cambio y que lo platiquen con el niño con naturalidad. Es básico que acompañen al niño en esas etapas, para que entienda que siempre tendrá el mismo lugar en el cariño de sus papás, a pesar de que las cosas pueden cambiar.

Con frecuencia, lo que más ayuda a los niños frente a los cambios es reencontrar el ritmo cotidiano de sus actividades: El colegio, sus amigos, sus juegos familiares, las personas que quiere. También es necesario garantizarle el máximo de estabilidad posible. En este sentido no es un buen momento, por ejemplo, para cambiarlo de colegio o para imponerle nuevas exigencias.

* La manifestación prolongada de alguno o varios de los signos mencionados, puede indicar la presencia de una depresión o de un sentimiento de dolor sin resolver.
* La ayuda de un profesional que valore la situación, puede facilitar en el niño la aceptación del cambio y asesorar a la familia para un mejor manejo del mismo.

 




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