establecer límites en los adolescentes, ¿una tarea imposible?


Por: Blanca Venegas Brizuela.- Psicoterapeuta Infantil integrante de psii.

 

“Todo lo que le digo le molesta”.
“Siento que ya no puedo controlarlo”.
“Parece que nada de lo que digo le importa”.

 

Estas son las frases que se escuchan entre padres que asisten cada vez con mayor frecuencia a la consulta, desesperados por entender: ¿Cómo poner límites a sus hijos adolescentes?

La tarea de establecer límites en los adolescentes parece cansada, en ocasiones hasta imposible. Cuando creían haber encontrado la fórmula perfecta para establecer límites con sus hijos, resulta que éstos ya han cambiado de manera repentina y sin aviso alguno. Lo anterior es señal de que la adolescencia ha llegado y habrá que hacer algunas modificaciones para lograr transitar esta etapa que, como es bien sabido, no es fácil para los adolescentes ni para los padres.

Este período es complicado, debido a que los adolescentes consideran que han llegado a una etapa de su vida donde se sienten capaces de discernir aquello que les conviene de lo que no, así como de ser responsables de sí mismos, rechazando la idea de que alguien más les pueda enmarcar lo que es necesario, preciso y conveniente hacer.

Entendamos que este proceso es propio de la adolescencia, y que les permite tomar distancia de los padres, para poder empezar a acuñar una identidad propia. Por ello son necesarios los límites en este preciso momento, ya que éstos les permitirán estar seguros de quiénes son y de quiénes quieren llegar a ser.

Para poder llevar a cabo lo anterior, antes es necesario tener claro: ¿Qué son los límites?, ¿por qué existen? y ¿para qué sirven?

Un límite en su concepto es un gesto de amor, una acción que ayuda a garantizar la vida a aquellos a quienes se lo aplicamos. Sirve para dar identidad y dotar de seguridad a las personas. Es importante resaltar que los límites -como todo en la vida-, cuando son excesivos tienen su cuota de consecuencias. Es decir, ser unos padres sumamente autoritarios, así como unos hondamente laxos, puede provocar una conducta poco funcional y de riesgo, para un(a) adolescente en formación.

Los padres deben establecer los límites sin culpa alguna, entendiendo que es su labor y deber, el mostrar a sus hijos lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo cual se logra -precisamente- mediante los límites, el ejemplo y grandes dosis de paciencia.

 

Para realizar esta tarea de una manera más eficiente y menos costosa en la relación con los hijos, es conveniente tomar en cuenta algunas recomendaciones:

1. Procura que cuando vayas a establecer un límite, éste se caracterice por tener las siguientes tres “C”:

CUMPLIBLE.- Establece limites que seas capaz de cumplir y que no te hagan dudar de que debes aplicarlos. Recuerda que un límite es algo que funciona porque se cumple, no por su magnitud.
COHERENTE.- Intenta que los límites estén relacionados con cada evento específico; por ejemplo: «Si no respetas los horarios establecidos, pierdes privilegios en cuanto al tema de las salidas» y no respecto a otro.
CONSTANTE.- Aplícalos en todo momento, sin ceder ante situaciones “especiales”, cuando están en otro contexto o por una situación emocional determinada. Los límites deben ser los mismos en todo momento.

2. Utiliza un tono razonable y firme para establecer un límite. No grites, pues esto lo único que generará es agresión y enojo. Debido a que los adolescentes en esta etapa buscan apropiarse del control de las situaciones, el emplear un tono firme, permite que pongamos distancia de reclamos, reproches y negociaciones. Sin embargo, el conducirse con gritos, sólo genera que el(la) adolescente también grite y se altere, pudiendo engancharnos en un enojo que distraiga la atención del tema principal y que dañe la relación.

3. Sé amigable más no su amigo. Esto generará que tu hijo tenga claro quién es el adulto, y aunque pueda tener mucha cercanía y confianza contigo, es importante que siempre quede bien establecido que existe una barrera que no podrá transgredir en cuanto a roles. Así le será más sencillo entender y aceptar los límites que se le establezcan; percibirá a un adulto instituyendo consecuencias y no a un amigo más que “no es quién para decirle qué hacer”.

4. No todo es negociable. Establece claramente qué límites son inamovibles y déjalo muy claro. Por otro lado, guarda aquellas situaciones que consideres no afecten de manera primordial y que sí puedan quedar sujetas a negociación, para que el menor no perciba una total rigidez y falta de comprensión en su familia. Por ejemplo: Los horarios de llegada pueden ser no negociables. Esto, con la finalidad de que se acostumbre a acotar sus actividades al tiempo establecido; así se olvidará del molesto ”un ratito más”. En contraparte, los días de salida sí pueden ser movibles, ya que si el adolescente tiene un evento, al cual considera que es mejor ir el sábado que el viernes, puede ser factible moverlo.

Continuando con el tema de horarios: Tómate un tiempo para dialogar con tus hijos sobre ello; no intentes hacerlo cuando se acercan para pedir un permiso, ya que es probable que, en su entusiasmo por conseguirlo, no te escuchen. Establece horarios, y sé firme y consistente al respecto, ya que si cedes en algunas ocasiones, ellos buscarán que así sea siempre, lo que provocará enojo. Por eso, platica con ellos llegando a un acuerdo, y una vez que ambas partes lo aceptaron, no cedas ni aceptes cambios. Y si tu hijo no respeta el acuerdo, él perderá los privilegios que ha ganado al llegar a esta etapa. No está de más mencionar que los padres también deberán respetar lo establecido.

5. Elije tus «batallas». No vale la pena desgastar la relación con cosas que no tienen un efecto negativo en los hijos, pues la adolescencia es una etapa para ejercer el valor del respeto entre hijos y padres. Por ejemplo, es muy probable que ellos busquen hacer cosas que no realizaban con anterioridad, como es el caso de vestirse de una manera muy distinta a lo usual o a veces hasta extraña. Es lo esperado, pues están en busca de su identidad. No te enroles en esto, guarda tu energía y paciencia para aquellos eventos que en realidad lo ameriten.

6. Finalmente, ten claro que mantenerte firme con respecto a los límites en un adolescente no lo perjudica, por el contrario, lo beneficia, ya que le otorga seguridad. A todas las personas, y en particular en el caso de los adolescentes, les es más sencillo conducirse sabiendo lo que pueden hacer y lo que no, lo que es aceptable o inaceptable. Esto les permite proceder con mayor seguridad, tomar decisiones adecuadas, y ahorrarse tiempo, energía y enojos.

 

establecer límites en los adolescentes

 

Ayuda a tus hijos a ir teniendo claro quiénes son y en quiénes se quieren convertir, y no olvides que ustedes –sus padres-, son el mejor ejemplo para que los límites sean respetados. Dialoga con tus hijos y no menosprecies las cosas que son valiosas para ellos, para que así, ellos tampoco minimicen aquello que es importante.

Reflexiona respecto al hecho de que un adolescente es un ser humano en formación, que está atravesando por una etapa decisiva, en la cual puede hacer suyo todo aquello que capta y observa en su ambiente. Intenta que las situaciones, actos y actitudes que él perciba en su entorno familiar, reflejen coherencia, continuidad y justicia, pero sobre todo, límites, empatía y amor, pues estos son el motor para que cualquier relación se construya de manera fuerte y sólida.

 

También podría interesarte:

Encontrándome con mi hijo adolescente

 




Regístrate en psii blog
Y recibe en tu correo nuestros artículos, convocatorias y promociones
Tus datos serán de uso confidencial
No te lo pierdas, ¡suscríbete ahora!
×
×
WordPress Popup Plugin