mitos de las terapias psicológicas


Por: Blanca Venegas Brizuela.- Psicoterapeuta Infantil integrante de psii.

 

– ¿Cómo alguien que no conoce a mi hijo, ni vive mi vida, me va a poder ayudar?…  
– Mi hijo ¡no está loco!…  
– No quiero que se haga dependiente de alguien, siendo tan pequeño…   
– ¡Nadie conoce a mi hijo mejor que yo!  …

Si alguna de estas preguntas o afirmaciones ha cruzado por su mente, vale la pena que continúe leyendo. Es legítimo cuestionarse, tener dudas y/o ideas preestablecidas, pero qué mejor que contar con información complementaria, que le permita tomar la decisión más conveniente, cuando de ayudar a sus hijos se trata.

 

No voy a pagar para que mi hijo esté jugando

Es elemental aclarar que el juego es una actividad necesaria en el desarrollo de todo niño, pues es a través de éste, como logra expresar y mostrar su realidad. De ahí la frase: “Para los niños la realidad es un juego y el juego es su realidad”. No minimice el juego; éste no sólo es algo divertido o que representa entretenimiento, sino que constituye la forma más honesta y clara en la que un niño se comunica.

Es por eso que en la terapia se utiliza como una herramienta para entender al niño y, a partir de ahí, mostrarle actitudes que le generan problemas,  lograr acuerdos, y hasta implica una fuente de información importante, para apoyar a los papás a que tengan una visión más clara de la representación que tiene el niño de su familia. Es necesario recalcar que un niño no siempre tiene la claridad de las sensaciones o afectos que permean en él, sin embargo, el juego es una buena forma de simbolizarlo y, con base en ello, ayudarlo a comprender lo que siente.

No quiero que mi hijo se haga dependiente de la terapia

Una de las reglas principales en un tratamiento psicoterapéutico, ya sea de niños o adultos, es el promover y generar la independencia. Es decir, siempre mostrarle al niño que es él quien va logrando los avances, y que su terapeuta es sólo la persona que lo acompaña y que le muestra aquellos eventos que no alcanza a ver por sí mismo. El terapeuta participa promoviendo la reflexión, para llegar a soluciones ante una situación problemática, pero no es éste quien las brinda o genera; es el niño el que las establece y las aplica.

No creo que un tercero que no viva mi vida, pueda entender por lo que estamos pasando

Esto, en principio, es una realidad, ya que el terapeuta comienza siendo un agente extraño en la vida del paciente; lo cual, lejos de ser un impedimento, puede resultar bastante benéfico, al permitirle tener una visión clara y neutral de la situación. Al paso del tiempo, este terapeuta se irá empapando de la historia de vida del menor, de la dinámica familiar, de sus gustos e intereses, etc., lo que le irá permitiendo un entendimiento sumamente puntual, pero desde un lugar neutral.  Asimismo, al inicio de cualquier tratamiento, el terapeuta deberá realizar una entrevista inicial con los padres, a fin de conocer los antecedentes de desarrollo del menor, lo cual le brindará información suficiente, para comenzar con el trabajo terapéutico, sobre una base de entendimiento de su situación actual.

No quiero que mi hijo viva eternamente en terapia

Hoy en día existen muchos tipos de tratamientos, en los que no necesariamente se establece un tiempo prologando de trabajo; esto depende, tanto de la corriente de cada especialista, como de algunos factores que competen a los padres y al niño, como son: La asistencia continua, el llevar a cabo las estrategias que el terapeuta recomiende y, por supuesto, las diferencias individuales y las posibilidades o áreas de oportunidad de cada niño en particular. Debemos recordar que cada persona tiene un tiempo necesario para resolver adversidades y que es importante respetarlo. Recuerde que situaciones difíciles siempre van a existir, pero lo importante es atender aquellos aspectos que nos representan poca funcionalidad o malestar.

No quiero que mi hijo crea que está loco

Esta creencia es totalmente errónea y posiblemente se construye a partir de la imposibilidad de aceptar que, como seres humanos, tenemos habilidades y debilidades. Una persona que solicita apoyo psicoterapéutico, no lo hace por el hecho de estar loco; por el contrario, lo hace gracias a que tiene la posibilidad de darse cuenta de que algo sucede que lo está limitando o imposibilitando en algunas áreas y decide hacer algo al respecto. ¡Creo que esto representa un signo de inmensa salud! Desde ese lugar se les explica a los niños el tratamiento psicoterapéutico. Se les comenta que ellos van a ese espacio para poder resolver aquello que les cuesta trabajo, y así poder sentirse tranquilos y plenos.

No quiero que mi hijo me pierda la confianza y que ahora sólo le cuente sus cosas a un extraño

Esto es poco probable que suceda, ya que un tratamiento adecuado, deberá ser aquel que promueva la reflexión, la empatía y la comunicación en el espacio terapéutico, lo cual se verá reflejado en el área familiar y de vínculos. Poco a poco notará cambios en sus hijos que, lejos de alejarlo de usted, representarán cercanía hacia sus seres queridos y claridad de lo que siente. Aunque es importante que recuerde que los niños también tienen derecho y necesitan de un espacio propio y de su privacidad. Esto no representa lejanía, implica independencia.

Mi hijo no puede ir continuamente a su terapia porque tiene otras actividades; lo importante es que platique sus cosas, aunque sea de vez en cuando

Esta reflexión es totalmente falsa. El tratamiento psicoterapéutico no resulta solamente de una charla entre amigos que comparten una problemática; resulta de un tratamiento formal con estrategias, recomendaciones e indicaciones, tanto para el menor como para los padres de familia. Es por ello que, si no acuden con la regularidad y constancia necesarias, no podrán alcanzarse los objetivos del tratamiento, y todos los implicados en el proceso –los padres, el niño y hasta el propio terapeuta-, con justa razón, podrían llegar a sentirse defraudados.

Por último, recuerde que el tener problemas a lo largo de la vida, es  señal de que estamos vivos. El pedir ayuda sólo nos convierte en seres humanos responsables de nuestra propia vida y de la de nuestros hijos; NO en padres carentes, con hijos locos.

 




Regístrate en psii blog
Y recibe en tu correo nuestros artículos, convocatorias y promociones
Tus datos serán de uso confidencial
No te lo pierdas, ¡suscríbete ahora!
×
×
WordPress Popup Plugin