¿sabes si tu hijo sufre o es partícipe de acoso escolar o bullying?


Por: Deanna Rejón Gossmann.- Psicóloga Infantil y Terapeuta Familiar, integrante de psii.

 

Hemos observado cómo la escuela se ha ido transformando en un espacio donde ocurren eventos violentos, debido a que en ella se reflejan y reproducen las problemáticas sociales que ocurren fuera de sus muros, y que cada vez menos, funciona como el lugar seguro donde los niños y adolescentes se educan y conviven con otros chicos.

El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolarmatonaje escolar, bravuconería o por su término inglés bullying), es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico, producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es la emocional y se da mayoritariamente en las aulas y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar, con mayor frecuencia son niños y niñas en proceso de entrada a la adolescencia (12 a 13 años), aunque también suele presentarse en edades más tempranas y en mayores. La intimidación y el comportamiento agresivo que se muestra entre estudiantes, puede durar semanas, meses o incluso años.

Esta violencia que se da en la escuela está relacionada con múltiples factores, que tienen que ver con características individuales, diversos aspectos familiares y sociales, y la calidad de las relaciones entre compañeros, o entre maestros y alumnos.

Se trata de una cuestión de prejuicios, de intolerancia frente al otro, que es desconocido por parecer diferente.

Las agresiones se pueden dar de diversas maneras:

a) Verbalmente, a través de burlas, insultos, amenazas, apodos, rumores, etc.
b) De forma física, a través de empujones, jalones, manotazos, patadas o golpes.
c) Mediante acciones que violan la libertad o los derechos del otro, como pueden ser: Impedirle el libre tránsito o acceso a un determinado lugar, quitarle su mochila u otras pertenencias; obligarlo a entregar el dinero que trae o a hacer algo en contra de su voluntad, para evitar que le hagan daño, etc.
d) Con actitudes de rechazo, exclusión o discriminación, que pueden manifestarse a través de simples gestos o señas dirigidos a la víctima, mismos que generalmente escapan a la percepción del adulto.
e) A través de las cadenas sociales de internet, con el propósito de criticar, exponer, ridiculizar o incluso intimidar a la víctima.

Es común que en el bullying o acoso escolar, participen diferentes “actores”, los cuales desempeñan determinados roles:

1. Los que ejercen el acoso  o “agresores”.
2. Los destinatarios de esas agresiones o “víctimas”.
3. Los “testigos”, que son los que contemplan las agresiones. Estos últimos, pueden participar activamente estimulando y favoreciendo el acoso, o bien, permanecer pasivos, observando sin hablar ni denunciar el abuso; esto es, como espectadores que con su silencio validan las agresiones.

Se ha observado que los acosados o víctimas, suelen ser personas que presentan algún rasgo físico o psicológico, o un nivel social y/o económico, que las hacen parecer diferentes ante los ojos de los acosadores; por ejemplo, a nivel psicológico, pueden ser personas que denotan cierto grado de inseguridad, baja autoestima, carencias afectivas, pocas habilidades sociales, o que han sufrido maltrato en su entorno familiar.

En el caso de los agresores o acosadores, se ha observado que tienden a ser prejuiciosos, y que muchos provienen de una familia violenta, en la que no han recibido la aceptación y el reconocimiento necesarios, por lo que han aprendido formas de relación basadas en el uso de la fuerza y el dominio.

En ocasiones se tiende a minimizar este fenómeno, creyendo que son “cosas de muchachos”; que es algo pasajero y que “cesará” con tan solo no hacerles caso.

Es importante distinguir entre los casos de bullying o acoso escolar, y lo que es un “conflicto escolar”. En este último caso, dos alumnos discuten o pelean; el conflicto se produce de manera abierta y no existe un desequilibrio de poderes. En cambio en el bullying, un chico o chica está expuesto de manera reiterada a las agresiones, lo cual provoca que desarrolle una percepción de sí mismo de indefensión y baja autoestima, que termina por generarle una sensación de que todo el medio escolar se vuelve en su contra, con lo cual se establecen estados severos de ansiedad.

Otra característica implícita en el acoso escolar o bullying es el desequilibrio de poderes entre víctima y agresor, debido a las características individuales de cada uno, mencionadas anteriormente. Esto hace que el agresor ejerza su dominio sobre la víctima, quien se siente indefenso y paralizado al sobrellevar el papel que le ha sido asignado por el agresor. Y una vez preso de dicha vergüenza y temor, difícilmente pedirá ayuda a alguien y, en cambio, empezará a expresar que no quiere ir a la escuela -sin motivo aparente-, o incluso fingirá algún malestar o enfermedad, con la que pueda justificar su permanencia en casa.

Es frecuente que el acoso pase desapercibido, no sólo para los padres, sino también para los maestros, debido a que se lleva a cabo en lugares donde hay poca vigilancia, como el patio, los baños, a la salida de la escuela, en el transporte escolar, etc.; o bien, como ya se mencionó, porque se expresa a través de actitudes, gestos, miradas o recados escritos, cuya intención -en todos los casos- es intimidar al chico o chica.

Los estudios respecto al bullying o acoso escolar, hablan sobre las “cicatrices mentales” que deja la intimidación, las cuales quedan instaladas en la memoria de la víctima de manera permanente y profunda, llegando a generar depresiones mayores que pueden llevar inclusive al suicidio.

-Según cifras reportadas por “Fundación en Movimiento” (fundación cuyo objetivo es coadyuvar a la erradicación del bullying en la República Mexicana), el índice de suicidios ha aumentado de manera exponencial pues, mientras en 2009 se tuvo registro de 4 suicidios por esta causa, en 2010 la cifra llegó a 190 casos, tan sólo en el Distrito Federal-.

Por lo tanto, te invitamos a que observes -sensiblemente- en tus hijos, posibles cambios en su conducta, actitudes o estados de ánimo, y que platiques con ellos y los orientes, respecto a la manera en que se relacionan con sus compañeros, ya que esto te podrá dar indicios en caso de que estuviera siendo partícipe –como agresor, víctima o testigo- de acoso escolar o bullying, para estar en posibilidades de ayudarlo o buscar apoyo profesional lo antes posible.

 




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