SÍNDROME DE LA CABAÑA
Por: María Eugenia Tinoco Artigas, psicoterapeuta emocional integrante de psii.
Ante la pandemia que actualmente estamos viviendo, la especie humana, es decir, las personas de todos los continentes del planeta, estamos conectados y formamos una unidad que va más allá de lo comúnmente visto y organizado. Pero al mismo tiempo, nos encontramos totalmente desconcertados y temerosos, ante la amenaza de un virus que nos puede enfermar e incluso llegar a matar.
En este momento, podemos estar percibiendo a los otros como potenciales propagadores del virus, esto es, como “culpables” de quizás tener y poder llegar a transmitirnos la enfermedad.
Y no solo eso, sino que, en nuestro pensamiento inconsciente, los objetos parecen “cobrar vida”, apareciendo también como amenazantes al convertirse igualmente en transmisores.
Así es que terminamos haciendo una culpabilización de todo y de todos, que puede llevarnos a practicar cuidados excesivos y a vivir en un temor constante, lo cual puede terminar provocándonos un verdadero agotamiento emocional e incluso una distorsión de la realidad.
De ahí el denominado “Síndrome de la Cabaña”, fenómeno que está relacionado con el miedo a salir a la calle, tras un largo periodo en el que no se ha tenido contacto con el exterior.
Este síndrome puede darse en personas encarceladas, hospitalizadas durante un largo tiempo o en situaciones de confinamiento como el actual; en cuyo caso la persona, temerosa de enfermar, opta por resguardarse en el hogar y así aislarse totalmente, evitando el más mínimo contacto con los demás, y con ello, la desmedida ansiedad y angustia que le genera el exterior. Ansiedad que se manifiesta a través de falta de aire, taquicardia y sudoración. Es decir, en estas personas existe miedo extremo a salir a la calle, como resultado de una serie de pensamientos catastrofistas con relación a lo que se encuentra fuera de su hogar.
QUIÉN LO SUFRE ACTUALMENTE Y QUÉ PODEMOS HACER
En el contexto de la pandemia actual, este síndrome es más frecuente en adultos mayores y en personas que viven solas, pero claro que le puede suceder a cualquiera.
Ante estos casos, tendríamos que ocuparnos de construir una red de apoyo, sobre todo entre los familiares o amigos más cercanos. Sin embargo, si el cuadro persiste, es necesario que la persona recurra a un profesionista de la salud mental, que lo ayude a reestructurarse y a contener la angustia y la ansiedad, de manera que logre integrarse y retomar su vida con tranquilidad y funcionalidad.

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