y la culpa… ¿es del maestro?


Por: Francis Capistrán Lagunes, pedagoga y psicoterapeuta infantil.

 

Inició el ciclo escolar. Estuvieron listos y a tiempo los uniformes reglamentarios, los cuadernos y los libros muy bien forrados, la mochila nueva, la tableta y cuanto sea necesario, para que los niños cumplan con las tareas que les darán derecho a obtener buenas calificaciones. Sin embargo, transcurre el año escolar y… el niño no muestra interés por los estudios, las calificaciones no son las esperadas, no le gusta leer, no faltan los reportes de la maestra, en fin…

“Pero si tiene todo lo que necesita… ha de ser la maestra que está fallando, el niño es  inteligente. ¿Por qué le pone bajas calificaciones?, ¿por qué le exige que lleve todas las tareas?; en lugar de reportarlo, que lo eduque, ¡para eso están los maestros!…”

Y es cierto, el maestro es un educador. En el salón de clases, es su responsabilidad crear un ambiente que favorezca el aprendizaje; ofrecer a los niños experiencias que despierten su interés; aprovechar los enormes recursos que brinda la tecnología, para enriquecer el conocimiento y hacer atractivas las clases, para una generación que vive y ha crecido con ella; así como dar ejemplo de los valores que promueve la institución educativa, pero… el maestro es un educador que refuerza los valores y los hábitos que los papás inculcan a sus hijos en el hogar: Respeto, responsabilidad, perseverancia, tolerancia, honestidad, cortesía, puntualidad, entre otros, que harán de ellos alumnos que se interesen por los estudios, que se responsabilicen de sus tareas y calificaciones, y que adquieran la disciplina que les permitirá lograr sus metas.

Hay malos maestros, sí, como hay buenos, muy buenos y excelentes maestros que, junto con los papás y mamás, forman a las nuevas generaciones que asisten a la escuela y que se preparan para vivir en un mundo cada vez más desafiante. Ser maestro no es fácil, como tampoco lo es ser padres.

Los maestros deben estar preparados, no sólo para que los niños aprendan matemáticas, español, ciencias naturales y sociales, sino también para que desarrollen sus habilidades, aprendan a convivir y trabajar en grupo, desarrollen hábitos, amor por el estudio y por su país. A los maestros podemos exigirles que hagan bien su labor, como a cualquier trabajador, pero tengamos presente que como padres, no podemos dejar en sus manos una responsabilidad que debemos compartir con ellos: la educación de nuestros hijos.

Inició el ciclo escolar y con éste, como mamá o papá, la oportunidad -¿y por qué no atrevernos a decir, la obligación?-, de reflexionar sobre nuestra responsabilidad de impulsar cambios en la educación de nuestros hijos; no con fines políticos ni con movilizaciones multitudinarias, sino con actitudes y acciones basadas en el amor. Ellos nos necesitan.

Las reformas educativas van y vienen, generan polémica, y su finalidad puede estar muy alejada de un verdadero interés por los niños y no considerar los efectos de sus propuestas… ¡Nuestros hijos son responsabilidad NUESTRA!

 

Educacion antes y ahora 

¡Empecemos una reforma educativa en el hogar!

 




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